La fiebre de los ‘food trucks’ transforma Los Ángeles

14/01/20 - Lua Marta

Sin contar los atascos, es posible que el habitante medio del sur de California haya pasado el mayor número de minutos muertos de su vida en la cola de una camioneta de comida. A Jay Orozco, por ejemplo, no le importa esperar, incluso durante horas, de pie, en una esquina no particularmente glamurosa de Los Ángeles.

Al final de la fila aguarda un buen taco de costillas con salsa de sésamo y chile rojo, lechuga y repollo aliñados con vinagreta de soja y cilantro, cebolleta y lima. O, por qué no, un bocadillo crujiente y sabroso de carne de cerdo asada con mantequilla de mostaza y pepinillos con eneldo. Jay se considera foodie: le encanta probar cosas diferentes, lee y sigue en las redes sociales las novedades e invierte tiempo y dinero en perseguir esta nueva especie de restaurantes móviles que ha invadido la ciudad en la última década. Su récord: dos horas y media para conseguir el mencionado taco de costillas del primer food truck que se hizo famoso, Kogi, que durante 2009 fue un objeto de deseo tan codiciado en el sur de California como unas zapatillas de edición limitada. ¿Mereció la pena? “Totalmente. Lo volvería a hacer”, afirma sonriente. Bienvenidos al particular mundo de la comida gourmet sobre ruedas en Los Ángeles.

Esta vez Jay no ha tenido que esperar demasiado. En Roni Macaroni, la camioneta aparcada a la entrada del zoo de Los Ángeles, ha pedido unos macarrones con salsa de trufa. A los pocos minutos ya le estaban entregando un humeante recipiente de plástico. Hoy se celebra una feria dedicada a los food trucks en el parque Griffith. El paraíso para Jay y todos los amantes de la comida al aire libre: mantas en el césped, niños haciendo girar sus aros, perros correteando y una increíble variedad de platos con nombres simpáticos y descripciones de más de dos renglones de largo.

Desde el fish and chips británico hasta los tacos mexicanos, la industria de la comida callejera lleva años moviéndose sobre ruedas y a buen precio. La reciente transformación de estas camionetas en llamativos restaurantes con diseños vintage y menús gourmet no solo es propia del sur de California; pero la combinación de clima, juventud y avidez por probar lo último han convertido a esta parte del mundo en la meca del food truck. “Los Ángeles es una de las ciudades más multiculturales del mundo. Hay una mezcla de influencias asiáticas y latinoamericanas única”, explica Ben Waters, uno de los creadores de la guía LA ¬Foodie, cuyas recomendaciones en Instagram tienen cerca de 130.000 seguidores. Es decir, este es un terreno abonado para la fusión y la experimentación. La ausencia de una tradición gastronómica asentada convierte a esta ciudad en el banco de pruebas idóneo. Los angelinos abrazan con igual entusiasmo el aceite de trufa con parmesano que el batido de kale con canela. Mientras sepa bien, esté cocinado con productos a ser posible locales y orgánicos y sea instagrameable, todo sirve. Aquí triunfa lo desenfadado, y los camiones son el sumun de lo informal.

“En el año 2010 había 12 camiones gourmet en todo el sur de California. Tuvimos que pelear en los tribunales con los diferentes Ayuntamientos porque ponían muchas trabas. En cuatro años conseguimos que se cambiaran las normativas; hoy hay unos 250, que salen todos los días y sirven cientos de comidas”, explica Matthew Geller, de la asociación de vendedores de comida móviles.

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